jueves, 14 de febrero de 2013

Sin sombras en la Ciudad de la Luz

Uno oye lo de la Ciudad de la Luz y le suena grande. La Ville Lumière, la ciudad que alumbra, la que marca el rumbo, el faro de Europa, el punto de referencia, la guía. Tiene fuerza, es bonito, llamativo, impactante. A París le sienta bien y atesora sobradas razones para defender la denominación con la cabeza bien alta. Le imprime una connotación cosmopolita que se merece, un aire majestuoso, un tono de importancia que nos lleva inmediata e inconscientemente al esplendor, a “la grandeur”. Sin duda, un sobrenombre atinado. 
No sé realmente a qué ni a quién se debe. Tampoco parece que nadie lo sepa a ciencia cierta. Pero, no cabe duda alguna, es una afinada operación de marketing que da mucho juego a la ciudad. 
Y ya está. Conviene dejarlo ahí, no hay por qué darle más vueltas. Suena bien y punto. Si ahondamos un poco en la historia cabe la posibilidad de que, sin querer, matemos la poesía. No tenemos por qué saber ni queremos suponer que una denominación tan glamourosa responda a orígenes terrenos. Ni creernos que haya que pensar,como se dice, que París era en su momento una ciudad oscura, complicada, con cierto peligro para los viandantes, y que fue por ello por lo que el rey obligó a los parisinos a dejar alguna candela en las ventanas o a mantener un fuego frente a las casas, a fin de dar un poco de luminosidad a la vía pública. Ni será verdad ni nos interesa esa banalidad. Ni tampoco queremos averiguar si ciertamente la Place de la Concorde fue uno de los primeros lugares urbanos iluminados con luz eléctrica, porque no va a ningún sitio.
Nos basta saber que París es la Ciudad de la Luz, del encanto, de la bohème, la capital de la que irradia la moda, de donde arranca el glamour, la que atesora la cultura, la que crea la vanguardia y donde se incuba el savoire faire. Lo demás son zarandajas.

martes, 5 de febrero de 2013

Shakespeare and company



¿Por qué hay que pasarse por Shakespeare and Company? ¿Cuál es el encanto de esta librería de viejo? ¿Qué le convierte en especial? Posiblemente lo que hace realmente mágico un lugar no es lo que muestra, es el tesoro, lo que encierra, lo que apunta, lo que lleva dentro. Shakespeare and Company encierra mucho amor por los libros y lleva dentro mucho París, que no es poco. Allí dentro se ha dado cita lo más granado de la intelectualidad. Allí está escondida la historia de Francia, allí viven los grandes nombres de la literatura, allí Sartre, Beauvoir, Breton o Kerouac, allí también la guerra y la gesta heroica de su primera propietaria, Sylvia Beach, que asumió el cierre del local por negarse a vender un volumen de Joyce a un oficial alemán en plena ocupación nazi. Lo que encontramos en el 37 de la rue de la Bûcherie no es una librería, es un mito. Sobran motivos para detenerse en este rincón parisino y extasiarse ante este sencillo monumento a las letras, ante este estandarte memorable de la cultura bien entendida. Chapeau !!

sábado, 2 de febrero de 2013

De vuelta

Ya estamos de vuelta. París, es verdad, nunca decepciona. En poco más de un suspiro hemos tenido que saciar nuestras ansias parisinas. Y lo hemos hecho a conciencia. Encontramos esta vez una Ciudad de la Luz totalmente renovada, luminosa y mundana, elegante y coqueta, encantadora, atractiva, cosmopolita. Como todas las otras veces aunque siempre diferente. París tiene de todo. Para todos los gustos hay París.


Algunos aprovecharon el viaje para reconciliarse con la torre Eiffel, majestuosa
La place Vendôme, destino de muchas fortunas, deslumbra cuando empieza a quedarse sin luz 
Atrás quedan los preparativos ilusionantes de la escapada, los programas apretados con los puntos de interés, los apuntes de lo imprescindible. Todos volvemos con el convencimiento de que ha sido un viaje relámpago, una incursión demasiado fugaz entre los destellos de la capital más codiciada del mundo, a pesar de haber vivido estos días con total intensidad y a pesar de haber podido disfrutar a pelo de muchos de los alicientes que ofrece la ciudad de la luz en estado puro. 
El embrujo de París atrae irresistiblemente millones de miradas
Un viaje sencillo e intenso, un encuentro directo, sin apretujones, con mayúsculas. Han sido tres días de no parar, de agotador galope tendido a través del asfalto, para regresar únicamente con la ropa ligeramente impregnada de sabor parisino y la retina abarrotada de colores. Sobresaliente el embrujo de esta ciudad que crece en atractivo día a día, golpe a golpe, palmo a palmo. Hemos podido cumplir con buena parte de lo programado, hemos estirado los días hasta el límite pero, por mucho que abarcásemos, somos conscientes de que hay mucho más, infinitamente más, de que siempre dejaríamos mucho París pendiente repartido por sus calles. Hay que volver. Muchas veces.
En el Bouillon Chartier, con un toque "impresionista"
Una máxima sugerente
El palacio Garnier sede del teatro de la Ópera, admirable por fuera, impresionante por dentro
Todas las grandes firmas se concentran en la capital del Sena